Muy buenas tardes a todos, a todas. Saludo y agradezco la presencia del Señor Obispo Juan Manuel, mis hermanos jesuitas, mis hermanos sacerdotes, de las religiosas y los equipos pastorales, y sobre todo de la comunidad de Cerocahui y de la Sierra toda.
De igual modo, saludo a la Gobernadora del Estado de Chihuahua, Maru Campos, al Secretario de Gabinete, Luis Serrato, al Secretario Seguridad Pública Estatal, Gilberto Loya y demás autoridades civiles. Gobernador Martín y demás gobernadores que hoy nos acompañan. A los medios de comunicación les agradezco su presencia. A las personas que nos siguen a través de las redes sociales. especial las Secretaria de Bienestar, Ariadna Montiel, en representación del Presidente de la República.
Especialmente saludo a las familias de los padres Javier y Joaquín, a la familia de Pedro Palma, pero también quiero traer a la memoria a las personas que ese mismo día fueron víctimas del presunto culpable y de las cuales poco se ha dicho.
Queridos hermanos y hermanas, en este altar fueron asesinados nuestros hermanos Javier Campos y Joaquín Mora, aquí están los orificios que dejaron las balas, aquí ofrecieron su vida por amor al pueblo rarámuri y al pueblo mestizo de estas tierras serranas, sacrificio que nos recuerda el sacrificio de Jesús, el sacrificio de Monseñor Romero, de Rutilio, el sacrificio de los mártires de la UCA y de tantos que han dado su vida por el pueblo. Es significativo que hoy entre nosotros está el padre Rafa Moreno, quien fue secretario de Monseñor Romero y quien acompañó al padre Joaquín hace unas semanas en un viaje por El Salvador.
Hermanos y hermanas de estas tierras y de este país, este sacrificio es un sacrificio de amor para que tengamos paz en esta tierra, en la Tarahumara. Es un sacrificio para sentirnos un solo pueblo, orgulloso de su lengua y de su cultura. Javier y Joaquín lucharon por defender a sus danzas y sus ritos. Así lo hemos visto todos estos días. Ayer caminamos con dignidad rarámuris y mestizos, juntos.
Hoy tenemos la oportunidad de construir la paz. Es lo que han logrado ellos dos. Ellos han muerto junto con otros, con Pedro y otros más mártires olvidados. Los ojos del mundo están puestos en estas tierras. Nuestro querido Javier y nuestro querido Joaquín nos están abriendo una puerta y un camino para recuperar la paz. Una paz perdida durante décadas.
En memoria de Javier, de Joaquín y de Pedro y por la sangre de tantas personas que han sido asesinados en estas tierras, emprendamos juntos el camino de la paz. Los jesuitas no nos vamos a ir de aquí. Queremos seguir cerca de ustedes, aprendiendo de ustedes, junto con las autoridades federales y estatales, junto con los pueblos y las comunidades, puentes entre mestizos y rarámuris,, entre jóvenes y adultos, entre mujeres y hombres, entre gente que quiera la paz y quienes optan por la fuerza, entre el margen y el centro, entre la sierra y las autoridades.
Queremos reconocer que hemos encontrado una respuesta inmediata de las autoridades, tanto federales como estatales. Agradecemos el esfuerzo que hacen por recuperar condiciones de seguridad. Pero hoy les pido, le pido a la autoridad una estancia permanente hasta que tengamos paz en la Tarahumara. Y en memoria de estos mártires y de víctimas de la violencia, atendamos las causas culturales y estructurales.
Queremos colaborar con ustedes en un diálogo crítico y constructivo, ponemos a su disposición los estudios que tenemos sobre las causas de la violencia en el país, lo que hemos aprendido para reconstruir el tejido social y las claves que hemos encontrado en aquellos municipios que han logrado sostener condiciones de paz.
Estos estudios muestran que los únicos municipios que han logrado sostener la paz. Es cuando se tiene una policía preparada para trabajar con la comunidad y una comunidad dispuesta a colaborar con la policía. El gobierno solo no puede resolver este problema tan complejo como es la violencia. Este problema se va a resolver con la participación de todos y todas. Necesitamos de los maestros, de la Iglesia, de las iglesias, de los empresarios, de las comunidades organizadas, de los académicos, de los diferentes niveles de gobierno.
Desde este santuario de paz, porque hoy se convierte en un santuario de paz, invitamos a los distintos actores sociales, eclesiales, políticos, a dejar de lado los intereses personales y de grupo. Dejemos las diferencias y busquemos acuerdos que México necesita. En nombre de tantas víctimas de la violencia, emprenderemos un camino de justicia y de reconciliación. La justicia implica restaurar las relaciones y la reconciliación que nos lleva a nuevos acuerdos de convivencia.
En el camino de Creel a Cerocahui encontrarnos banderas y globos blancos, en grito unánime de paz. Así no nos gustaría ver la Sierra Tarahumara, ver estas tierras llena de banderas y globos blancos, no de balas y pobreza. Banderas y globos que representen nuestro compromiso por construir la paz.
Javier, Joaquín y Pedro, y otras tantas víctimas nombramos, nos han abierto una puerta. Emprendamos, pues, el camino hacia la paz. El próximo miércoles y jueves, nos reuniremos con los jesuitas de la provincia para definir también nuestra postura ante esta realidad. Y ahí les pedimos a los medios de comunicación que estén atentos, que las acciones que queremos emprender, no solo como iglesia, sino como sociedad, como país.
Aquí en Cerocahui estamos iniciando nuestro camino por la paz en todo México. Gracias a todos y todas los que hoy nos acompañan.
—P. Luis Gerardo Moro Madrid, S.J.