Mensaje del P. Provincial. Misa en la Iglesia de San Ignacio de Loyola en Polanco, Ciudad de México

21 de junio de 2022

Muy buenas noches hermanos y hermanas, les agradezco su presencia en esta noche y también agradezco a todas aquellas personas que nos siguen por redes sociales. Agradezco la presencia de los medios de comunicación y sobre todo, la respuesta solidaria que han tenido ante estos momentos de dolor que vivimos como Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús.

Hoy estamos aquí celebrando la vida de dos hermanos nuestros, quienes fueron asesinados. Es un momento, que debe significar un punto de quiebre y de no retorno en el camino y misión de la Compañía de Jesús en México. Esta celebración es para honrar la memoria de nuestros hermanos Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar, para recordar la manera en que ellos vivieron una fe viva, entregada a caminar con los pueblos indígenas, siendo testigos de sus bondades y dignidades irrefutables.

Hoy lamentablemente hablamos del fallecimiento de dos hermanos, pero no tenemos sus cuerpos y eso nos recuerda a las miles de familias que buscan a sus desaparecidos en el país, siendo la fecha más de 100.000 personas que no han sido localizadas. Recordemos también a los miles de desplazados y migrantes que dejaron sus hogares y no regresaron más. Y no olvidemos la violencia generalizada que vive la niñez, las mujeres, los hombres en muchos rincones de este país. La Sierra Tarahumara es reflejo de ese profundo dolor, como muchas otras regiones del país. Enfrenta condiciones de violencia y olvido que no cambian. Todos los días, hombres y mujeres son privados, privadas, arbitrariamente de la vida como hoy fueron asesinados nuestros hermanos, quienes dedicaron su vida hasta sus últimos minutos a proteger y cobijar a otros.

Los jesuitas de México no callaremos ante esta realidad que lacera a los más pobres del país. Seguiremos presentes en estas regiones a través de nuestras obras pastorales, educativas y sociales al denunciar lo ocurrido. Queremos hacer notar también el dolor que vive nuestro pueblo por la violencia imperante y solidarizarnos con tantos y tantas que viven estas mismas situaciones sin que su sufrimiento suscite empatía y atención pública.

Sepan que como compañía de Jesús en México continuaremos con la misma convicción, con fe, para no callar ante la injusticia. Con esperanza para cambiar esta realidad. Pedimos de ustedes que se sumen a esta cruzada. Los invito a todos y todas a seguir luchando desde el lugar que les corresponde en esta sociedad. A no permitir que la violencia, el terror, el miedo, tengan la última palabra.

Es fácil responsabilizar a otros. Echarle la culpa a otros. Y sí, habrá que exigirles a ellos. Pero también habremos de exigirnos entre nosotros si queremos seguir viviendo en el terror, en la violencia, en el miedo.

Los invito a seguir luchando hasta que la dignidad se haga costumbre. Muchas gracias.

—P. Luis Gerardo Moro Madrid, S.J.